domingo, 13 de marzo de 2011

El problema cuerpo y alma.

Al comparar al ser humano con el resto de animales surge una pregunta: ¿qué es lo que hace al ser humano ser tan especial y diferente al resto?
Para esta pregunta surgen también muchas respuestas. En opinión de algunos lo peculiar del ser humano es el alma, y en opinión de otros es su cerebro. 
Unos dicen que el alma es algo superior al cuerpo, algo espiritual y que vive eternamente, otros opinan que es algo mortal, que es simplemente la energía que nos mantiene vivos y que algún día se agota. Otros, como los judíos, piensan que su alma un día resucitará, y otros, como los budistas o hinduistas, piensan que tras la muerte el alma se va reencarnando en cuerpos diferentes hasta que llegue su fin. Otros simplemente piensan que no existe el alma, los monistas.
Yo sigo la opinión de los dualistas, creo que sí existe el alma y que es lo que nos da esa racionalidad que nos caracteriza y que nos diferencia del resto. 
En cambio, no me considero de ninguna religión en concreto, aunque sí creo que el alma no muere, que al morir, nuestro cuerpo desaparecerá, pero el alma permanecerá. No creo que tras la muerte haya alguien que te juzgue y decida si vas al Cielo o al Infierno, y tampoco tengo claro si nos reencarnaremos en otra persona, o si ya lo hemos hecho, o si algún día resucitaremos en cuerpo y alma, pero lo que sí pienso es que algo tan grande y tan especial como es el alma, que además es única en cada persona por mucho que la población aumente y aumente, no puede desaparecer así sin más. 
Los monistas que defienden la teoría de la neurobiología piensan que la clave de la racionalidad del ser humano se encuentra en su corteza cerebral, ya que tiene una encefalización muy superior a la del resto de los animales, y pretenden demostrar que cualquier mínimo fallo en la corteza cerebral afecta a nuestra personalidad, y por tanto, así defienden que ésta sea la clave de todo. Pero yo creo que cuando hay un daño en la corteza esa persona cambia porque hay algo que impide que su alma se exprese al completo. La personalidad de esa persona no viene definida por su corteza cerebral, sino por su alma, y al sufrir un daño esa persona no ha perdido esa parte de su ser, sino que ya no es capaz de expresarlo porque el medio con el que lo hacía ha sido dañado, pero el alma sigue intacta.